A poco más de 15 días del comienzo de las clases, la mayoría de los integrantes de la generación del 94 contamos con el infortunio de encontrar nuestras agendas completas: repletas de señalizaciones en colores flúor que destacan ciertas fechas temibles.
Llegados a este punto, son muchos los que deciden asumir su destino y permanecer emparedados hasta el día D (a saber hasta la fecha, 6, 7 y 8 de Junio). Otros, -llámennos irresponsables, temerarios o utilicen los improperios que convenga- apostamos por un reto mayor, que contribuirá a su vez a la realización exitosa del objetivo principal aunque este hecho resulte una paradoja.
Esto es: la realización de actividades paralelas al estudio que no obstante contribuyan al ejercicio del mismo mediante la evasión que provocan, la sensación de realización que instauran en nosotros; por constituir la cara opuesta de una realidad indeseablemente didáctica, que presenta un enfoque meramente teórico, y asimismo dinamitarnos contra ella como compensación y en favor del equilibrio universal una vez nos hayamos armado de experiencias verdaderas y seamos conscientes de la complicación real que la memorización de 20, 50, 100 ó 2.000 folios e incluso la comprensión de cualquier dinámica lógica puede presentar en relación a la complejidad del resto del cosmos, ya no como entidad, sino como representación metafórica de los infinitos conflictos que se nos han de plantear.
Como bien se ha podido deducir de las líneas anteriores, la apertura de esta web constituye uno de esos propósitos personales, además de la culminación de todo un proceso dubitativo que, motivado por la cobardía, venía durando ya demasiado tiempo.